LIBRO DE BUEN AMOR
El Libro comienza con la llamada Oración del Arcipreste. Ésta puede dividirse en dos claras partes:
La primera parte sería la oración en sí, propiamente dicha, en que implora la ayuda divina para que le libre de la cárcel en la que yace. Es una introducción protocolaria, una muestra del ascetismo del siglo XIV, que mostraba a Dios presente en todo, el inspirador de la obra literaria y del arte, de todas las cosas. Esta breve oración es un fragmento en verso, de género lírico, de métrica regular (predominante en todo el libro), estrofas en cuaderna vía, versos alejandrinos (de 14 sílabas) y rema consonante de forma AAAA, arte mayor.
La segunda parte es una introducción laica. En este prólogo, escrito en prosa (género lírico), el autor afirma que ha querido recopilar, como escarmiento del lector, un vasto inventario de los males que causa el “loco amor” terreno y, a la vez, ofrecer útiles recomendaciones a quienes persistan en practicarlo. Prosigue subrayando su seria intención - de celebrar el “buen amor” de Dios y sus mandamientos - aunque entremezclada de bromas, e invita a penetrar en el meollo de sus dichos (sin quedarse en la corteza de la lectura).
El Ruego del Arcipreste contiene un conjunto de oraciones a Dios y a la Virgen en las que implora gracia e iluminación para poder elaborar su obra. Personalmente, me aventuraría a decir que la razón por la cual Juan Ruiz da tanta importancia a las oraciones y gozos (invierte mucho espacio en ellas) no es una forma de acallar a todo aquel que pueda venir contra él (la Inquisición), intenta dejar lo más claro posible la manifestación verdadera de su fe (asta el límite).
“Todo Hombre se debe alegrar”, es una advertencia al lector, un consejo de como se debe leer el libro. “Non há mala palabra, si non es á mal etendida”, el lector no debe ceder a las primeras impresiones, debe reflexionar antes de juzgar y sobre todo ser objetivo. Para esto el autor recurre a una anécdota ficticia.
"...con muchos instrumentos salen los atabores:
allí sale gritando la guitarra morisca
de las voces aguda, de los puntos arisca;
el corpudo alaút, que tien’ punto a la trisca;
la guitarra ladina con éstos se aprisca;
el rabé gritador, con la su alta nota
"calbí garabí!" ba teniendo la su nota;
el salterio con ellos más alto que la mota;
la vyhuela de péñola con aquesto y sota;
medio caño et harpa, con el rabé morisco,
entre ellos da alegranza al galopo Francisco;
la rota diz’ con ellos más alto que un risco,
con ella el taborete, sin él no vale un prisco;
la vyhuela de arco fas dulces vayladas,
adormiendo a las vezes, muy alta a las vegadas,
vozes dulces, sabrosas, claras e bien puntadas.
a las gentes alegra, todas tyene pagadas;
dulce caño entero sal’ con el panderete;
con sonajas de asófar, fase dulce sonete;
los órganos que disen chansones e motete;
la "Hadedur’ albardana" entr´ellos s’entremete;
dulcema e axabeba, el inchado albogón,
cinfonia e baldosa en esta fiesta son;
el francés odrecillo con estos se conpón,
la neciacha vandurria aquí pone su són;
tronpas e añafiles salen con atabales;
non fueron tyenpo há plasenterías tales,
tan grandes alegrías, nin atán comunales;
de ioglares van llenas cuestas e eriales".